Es la actividad que realizamos en mayor medida, sobre todo, en los centros de día y residencias de personas mayores, es tal vez, lo que más nos demandan los pacientes más autónomos (“hija, hoy la cabeza”), y es que para ellos (como para todo el mundo) la esfera de la memoria es motivo de preocupación, en ella fundamentamos lo que hemos sido y quienes somos, mediante la evocación de recuerdos y hechos pasados. ¿Qué es de nosotros sin ella…?
La estimulación cognitiva es una intervención terapéutica de apoyo al envejecimiento y, en muchos casos, complementa a otros tipos de tratamientos farmacológicos, sobre todo, cuando hablamos de enfermedades ya establecidas como la enfermedad de Alzheimer y otras demencias. El incremento de la esperanza de vida ha colaborado al desarrollo de demencias, puesto que el paso del tiempo provoca cambios morfológicos y funcionales sobre nuestro sistema nervioso central. A mayor edad, mayor riesgo de padecer alguna demencia. Aunque es necesario señalar, que en el envejecimiento fisiológico normal puede coexistir el déficit amnésico, sin llegar a alcanzar un grado patológico. No todas las personas mayores tienen demencia.
En ambos casos (y en otros pacientes, como los afectados de lesiones cerebrales, tipo traumatismos craneoencefálicos o accidentes cerebrovasculares), los terapeutas ocupacionales trabajamos mediante la rehabilitación cognitiva para enlentecer el deterioro cognitivo y el mantener las competencias psicosociales necesarias para las actividades de la vida diaria y social.
Basándonos en la capacidad plástica del cerebro (aunque a los enfermos de Alzheimer se les atribuye una nula regeneración cerebral, algunos autores han evidenciado que si existe aunque en menor medida que el cerebro más joven), la estimulación cognitiva cumple una serie de objetivos generales: (Peña Casanova, 1999)
ž Estimular y mantener las capacidades mentales.
ž Evitar la desconexión del entorno y fortalecer las relaciones sociales.
ž Dar seguridad e incrementar la autonomía personal del paciente.
ž Estimular la propia identidad y autoestima.
ž Minimizar el estrés y evitar reacciones psicológicas anómalas.
ž Mejorar el rendimiento cognitivo.
ž Mejorar el rendimiento funcional.
ž Incrementar la autonomía personal en las actividades de la vida diaria.
ž Mejorar el estado y sentimiento de salud.
ž Mejorar la calidad de vida del paciente y de los familiares y/o cuidadores.
Dependiendo del caso y del entorno en el que trabajemos, las sesiones de rehabilitación pueden ser diseñadas específicamente para cada paciente (elaborando un programa específico y no generalizable a otros casos, que acompañe a la evolución del paciente) o de manera grupal.
Cuando las llevamos a cabo de manera individual (más común en daño cerebral adquirido y atención domiciliaria) se enseña al paciente a compensar funciones cognitivas deficitarias utilizando otras preservadas, con el objetivo de recuperar o aprender competencias específicas; las estrategias que empleamos son múltiples: Escribir notas, poner las cosas siempre en el mismo sitio, elaborar una lista de cosas pendientes, utilizar calendario, tener una agenda, desarrollar hábitos de memoria y crear rutinas.
Por otro lado, de manera grupal, sobretodo en las residencias geriátricas, comúnmente trabajamos con otras estrategias como la terapia de orientación a la realidad, terapia de reminiscencia, musicoterapia, modificaciones ambientales, y programas de estimulación cognitiva concretos donde trabajamos diferentes contenidos para abordar distintas funciones (funciones mnésicas, lenguaje, funciones visuoespaciales, gnosis visuales, funciones instrumentales y razonamiento abstracto).
Existe mucho material descargable en la web que puede ayudarnos a elaborar nuestras propias programaciones para las sesiones de rehabilitación cognitiva. Aquí os he aportado lo que ya sabíamos… las razones para llevarla a cabo. Que os sea útil.
Sonrisas terapéuticas :)
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